Mirar al cielo siempre es un espectáculo. Pero además, si el cielo está despejado y el lugar desde donde se observa casi no tiene luces artificiales, está alejado de grandes poblaciones y cuenta con un silencio rotundo, la experiencia es aún más enriquecedora. Las Salinas del Bebedero son un lugar privilegiado para observar las estrellas y esa es la propuesta de Astroturismo, una empresa que hace visitas guiadas en las que explican detalles culturales, históricos y científicos de los cuerpos celestes. Con el auspicio de la Secretaría de Turismo, hay una actividad gratuita todos los viernes de enero y febrero por las noches.
Los cupos son limitados, de hasta 70 personas, y para anotarse hay que ingresar al sitio de turismo. La recomendación es llevar algo para sentarse, ya sea una reposera o una manta, y de acuerdo a la visita que pudo realizar El Diario, una botella de agua o algo para hidratarse no viene mal, ya que las Salinas es, obviamente, un lugar donde el aire seco predomina.
El contingente debe acercarse en sus propios vehículos hasta el espacio natural, que queda a 45 kilómetros de la capital, primero por la Autopista de las Serranías Puntanas (ruta nacional 7) y luego por la ruta provincial 15. El único destino que tiene ese último camino, hacia el sur (al norte lleva a Balde), es Salinas del Bebedero, así que la parada final es el salar, explotado actualmente por una importante empresa alimenticia. Escoltados por los guías, los autos son estacionados al lado de las montañas del mineral y, a pie, se avanza unos metros lo más alejado posible de las pocas luces que alumbran la localidad.
Allí, Fernando Massa y Alejandro Insarraulde, los guías a cargo, iniciaron con un conciso pero no por eso menos interesante recorrido por las constelaciones más importantes que pueden observarse, a la sombra de la luna, que este viernes pasado estaba en cuarto creciente. Las Tres Marías o el Cinturón de Orión, como se lo conoce en otras partes del mundo, eran algunas de las figuras más icónicas que marcaron con láseres, aunque a simple vista se destacaban esta y varias más como Sirius, la más brillante, y la Cruz del Sur.
Alejandro y Fernando explicaron cómo mirando al cielo el ser humano organizó el tiempo en días y meses, y cómo también el horóscopo en realidad tuvo orígenes relacionados a la economía más que a la situación sentimental de cada persona, como se estila ahora. Sin querer entrar en detalles, el repaso tiene sus toques de humor e invita a la participación de los más pequeños.
Ahí en las Salinas, mientras los niños miraban atentos, algunos padres se animaron a tirarse boca arriba y mirar al cielo. Con el suelo blanco y solo iluminados por la luna, el escenario se asemejaba al de otro planeta o el propio satélite que da vueltas alrededor de la Tierra.
Una vez terminada la exposición, los guías invitaron al público, en compañía de fotógrafos dispuestos para la ocasión, para tomar imágenes con la técnica de light painting, en la que los retratistas, provistos de cámaras digitales, ralentizan la velocidad del obturador y pueden «dibujar» motivos alrededor de la persona con linternas, que luego quedan plasmadas en la toma final.
«Lo que tratamos es de conectarnos con el cielo de San Luis y tener una experiencia en las Salinas. El estar en un ambiente extraño, con esa fosforescencia que tiene y el silencio, empezar a ver el cielo y hablar de mitología lo hacen agradable siempre», resumió Fernando. «Hay que volver a conectarse con lo que hicieron los antiguos, con el cielo y con las maravillas del universo», concluyó Alejandro.
